Día especial para las familias en México, día del padre. Hasta donde sabemos se quería posponer por parte de las autoridades debido a la contingencia, no sería así de fácil, aunque la intención era evitar reuniones o eventos para nosotros parecía un día normal, solo regalar un abrazo especial y algún otro detalle al señor de la casa y líder de la manada (historia que contaré en otro momento).
¿Qué es lo que hacemos los domingos?
Ahora con la cuarentena y todo lo que nos trajo el coronavirus no es tan fácil desarrollar actividades cotidianas entre semana, como muchos decimos, todos los días se volvieron domingos, es feo ya no poder emocionarse con el verdadero domingo. En fin, periódicamente realizamos un viaje de carretera a Huitzilac en el estado de Morelos, una pequeña comunidad que cuenta con un ambiente más relajado de pueblo, rodeado de bosque, lugar frío cuando estamos en el solsticio de verano. Lo que le gusta a mi mamá es poder comprar cosas artesanales, tortillas hechas a mano, flores, a decir de ella, mejores productos. No habíamos tenido la oportunidad de ir desde que comenzó la cuarentena; esta vez, nos lanzamos con nuestras medidas de protección, generales para todos los que estamos conscientes del riesgo que hay. En general se muestra menos actividad que la de costumbre para los comerciantes que siguen buscando vender sus productos, es como consiguen su ingreso y como se mueve en general la economía local.
Sorpresa en la iglesia de Huitzilac. La iglesia le festeja a San Juan Bautista en estas fechas, esta vez no sería la excepción. Lo primero que pensé es que no es una buena idea debido a la emergencia sanitaria, sin embargo, se las arreglaron bien. No convocaron a la comunidad y la iglesia se encontraba cerrada; al interior solo se encontraba la gente de la organización que sacaron la imagen del santo y colocaron en la entrada de la iglesia, en el patio colocaron un pequeño templete en el que tocaría las mañanitas con música de banda. Nos logramos colar para poder admirar la imagen y el detalle que le llevó la gente más devota a su santo. Entre el lugar vacío algo llamó mi atención. Un perro se paseaba por la gente, por el templete, debajo de este, guiado por su nariz que controlaba la ruta en la que andaba, todo normal hasta que la música empezó a sonar y el perro aullar con la misma, tal vez era muy fuerte para él pero todo estaba armonizado en esta pequeña foto que logré tomar. Fue lo último que vimos antes de salir, habíamos terminado las compras, tomamos camino de regreso a casa donde antes de llegar comimos unos tradicionales tacos de cecina a orillas de la carretera. Fue un buen día, con algunas vistas interesantes, comida rica y el estado relajado de "estirar las piernas" por el encierro de la cuarentena.
Por cierto. Estrene mi estabilizador para grabar vídeos con el celular. Salieron buenas tomas, y la calidad es muy diferente, espero poder aplicarme con la edición y compartirlo más adelante.